¡Qué pequeño es el mundo !
Cuento 3
" Rebuscando en un cajón , había encontrado una postal suya. Era de un bonito sitio, muy pintoresco, de esos que la gente suele disfrutar en verano. La volvió a releer y sonrió. Hacía tiempo que no sabía nada de Catalina ... Ya no se oyen nombres como el suyo, pensó. Las amigas solían llamarla Cati cariñosamente, ella también, menos cuando de pequeña se acercaba hasta su casa y gritaba su nombre para que apareciera por el balcón. Entonces era Catalina.
Se conocían bien de pequeñas. Compartían gustos , se entretenían charlando de sus cosas y les encantaba pasear por la vereda del río, mientras iban tarareando alguna canción de moda. Sólo el chasquido que hacían las pipas al tenerlas entre los dientes, les hacía callar un poco.
Eso sí, recordaba perfectamente cómo iban juntas a comprar una revista de moda al quiosco y en un banco sentadas, devoraban las hojas comentando lo que llevaban puesto esas elegantes señoritas que perfectamente aparecían como maniquíes, quietas, inmóviles, con una sonrisa artificial que a ellas les encantaba imitar. Así un mes tras otro.
Pero el tiempo las había distanciado un poco. Sus padres habían tenido que trasladarse a una ciudad más grande y ya sólo se veían en verano. Ella siempre pensó que Catalina tenía voz de radio, de esas únicas que llaman la atención y te atrapan sólo con su sonido.
Se enteró que había acabado los estudios con éxito y se decidió a llamarla por teléfono. Nadie contestó. Quizá otro día, se dijo. Pero los días pasaron y pasaron y nada más supo de ella. Parecía que se la había tragado la tierra.
Ella la echó de menos, pero otras amistades ocuparon su vida y Catalina quedó en el recuerdo, siempre en su memoria.
Un día se acercó a una de esas ferias de moda con un grupo de conocidas. Ahora su trabajo tenía que ver con ese mundo y no era raro que tuviera que codearse con los diseñadores más importantes del país.
Se sentaron en la segunda fila para ver el desfile. Había cierta expectación por una nueva colección presentada por un joven emprendedor. Todo estaba listo, incluidos los teléfonos móviles para llevarse una instantánea del momento. De pronto, detrás de ella oyó una voz que le resultaba familiar, una voz como de radio que años atrás había quedado guardada en su memoria. Se dio la vuelta y buscó con atención. No podía creerlo. Dos filas más atrás una mujer bien arreglada charlaba amistosamente. El corazón le dio un vuelco y la reconoció al instante. Estaba a un par de metros de Catalina.
El desfile acabó y ella la buscó apresuradamente entre en público que ya se dirigía hacía la salida con cierta tranquilidad.
Tocó su hombro y Catalina se dio la vuelta. Se quedó mirándola fijamente con cara de extrañeza. De pronto sus facciones fueron cambiando hasta que una sonrisa le llegó de oreja a oreja y sus ojos se abrieron tanto que no le cabían en la cara.
Se abrazaron, rieron, hablaron, se volvieron a abrazar y salieron del brazo juntas como cuando solían pasear junto a la vereda del río, hace ya tantos años. "
Mercedes Jiménez
Ps. La escritura y fotografías de este cuento pertenecen a su autora, no realizando ninguna copia para cualquier ejercicio o actividad.
Gracias portu lectura. Nos vemos el lunes próximo.
Mercedes